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jueves, 30 de julio de 2015

Mis monstruos preferidos


"¡Parecemos la cuadrilla de la muerte!"

Una buena historia debe contar la verdad apoyándose en la ficción. La serie Penny Dreadful es un gran ejemplo de cómo hay que contar una historia. La temática, los personajes y la trama no son novedosos, sino clásicos universales. Esta es la historia de la vida y la muerte, y de la fina línea que las separa (o no). Además, se mezcla todo lo que me gusta: literatura, cómic, cine y Londres.

Las influencias de la literatura romántica del siglo XIX están por toda la serie, no sólo en los personajes. El Doctor Frankenstein y su criatura tienen una relación tan profunda como Mary Shelley la plasma en el libro, sin olvidar el mito de Prometeo que la inspiró, cosa que pocas adaptaciones de Frankenstein han conseguido. El exceso de la alta sociedad, el cinismo y la opulencia de Dorian Gray contrastan con la pobreza y la sencillez de Victor Frankenstein, el pobre intelectual que vive en un sótano londinense y desprecia las distracciones banales (las marcadas diferencias sociales y los problemas de conseguir un alquiler digno en esta ciudad siempre han sido los mismos). 

El outsider americano no podría haber sido interpretado por nadie mejor que Hartnett, que le da a Ethan Chandler ese aire de gitano apache que se esfuerza por pasar desapercibido en un ambiente al que no pertenece y en el que jamás podrá encajar, pretendiendo ser un americano simplón de gatillo fácil y palabra escueta. "Usted no es tan simple como intenta hacer ver" es una de las primeras frases que le dice Miss Vanessa Ives en el primer capítulo de la primera temporada, y al pobre cowboy no le queda otra que callar y escuchar lo que tiene que leerle en las cartas, una clarividente descripción de su lucha interna a lo Dr Jekyll y Mr Hyde. He de decir que el primer episodio, dirigido por Juan Antonio Bayona, ha superado el concepto de piloto y lo ha elevado a la categoría de "a ver quien tiene huevos de subir el listón". Es casi premonitorio de algunas cosas que se revelan en la segunda temporada, ya sea porque el guionista ha hecho muy bien su trabajo o porque Bayona ha dejado su huella, convirtiendo un folletín barato en lo más original de la televisión en años. 

El patrón de este peculiar buque es Sir Malcolm Murray, a proper British gentleman, explorador de la Sociedad Nacional de Geografía, un poco Capitán Nemo, un poco Allan Quatermain, arquetipo de explorador colonialista que se ha perdido entre sus mapas de montañas africanas y fuentes del Nilo. Quizás de joven fue como el Denys de Memorias de África pero los años y las desgracias le han avinagrado el carácter. El joven Victor le contesta muy airado que ponerle nombres y banderas a las montañas no es exploración científica sino vanidad y egocentrismo, y que la única montaña para él es descubrir el tejido que separa la vida de la muerte para por fin comprenderlas. Cuando unos debaten sobre la muerte y citan a los poetas románticos, Dorian Gray le dice a todo el mundo que la vida es un suspiro y que mejor será disfrutarla, mientras Vanessa se encierra en su habitación tan sólo decorada con un crucifijo, reza que te reza, a ver si el demonio la deja en paz. Los monstruos chupasangre (nadie menciona la palabra "vampiro") danzan alegremente por las calles de Londres sin que a los estoicos señores de Scotland Yard le sorprenda demasiado, con tanta desgracia y tanto dibujante pobre intentando ganarse unos peniques vendiendo los horribles crímenes de la ciudad. Se pueden ver muchos penny dreadful por internet (folletines victorianos góticos mejor llamados "horrores de a penique", como bien traducen en Lecturalia). Son famosos los penny dreadful de los asesinatos de Whitechapel de Jack el Destripador o las noticias ilustradas, incluidos en la gran exposición de historia del cómic de la British Library. La sangre, los desnudos y la morbosidad del público no son inventos de la HBO sino de la necesidad de transmitir con la imagen los terrores y advertencias que no todo el mundo podía entender con palabras.

La perla de la historia es, sin duda, Eva Green interpretando al gran misterio de Londres: Vanessa Ives. Su forma de moverse, contenida y poderosa, la voz (o las voces, según la posesión del día), el acento, toda ella es simplemente genial, recuperando por fin la esencia de mujer independiente con pensamiento propio de Mina Harker, una de las heroínas literarias a las que no se le ha hecho justicia en ninguna adaptación de Drácula. Su complicación psicológica, el aura de misterio que la acompaña, su estado de constante alerta que hace sentir al espectador hasta cómo se le clavan las varillas de su corsé, la determinación a reprimirse física y mentalmente -porque sabe que la puede liar mucho-, y esos grandes momentos en que la lía, y la lía de verdad. 

Estupenda... de la muerte. 

La ambivalencia está presente en cada personaje y en cada línea argumental, formando un puzzle que parece un cuento primordial de la lucha entre el bien y el mal. A ninguno de los personajes se le ama ni se le odia totalmente (excepto quizás a Josh Hartnett. Qué le vamos a hacer, si cada vez que suelta un my darling con ese acento del Southwest más de una nos quedamos de una pieza). Recomiendo releer algunas de las lecturas que influencian esta serie antes de verla, para mayor disfrute. 

He de confesar que cuando vi el piloto, sin haber leído nada sobre la temática, no pude sino acordarme de Alan Moore y The League Of Extraordinary Gentleman, referencia inevitable a la hora de hacer experimentos hipertextuales, o de mezclar diferentes historias ya escritas y conocidas para crear una nueva historia, algo que seguirán haciendo en literatura, cine y televisión, pero difícilmente con tanto acierto (y sí, por fin, gracias, ¡con tan buena documentación histórica!) como el equipo de Penny Dreadful. Un detalle sin importancia pero que dice mucho: el conservador del British Museum, Mr Lyle, les da la bienvenida a su despacho diciendo el nombre correcto que ese departamento tenía en 1891, el año en que comienza la serie. Eso quiere decir que alguien del equipo de guión se entretuvo en ir a una biblioteca y buscar qué nombre tenían los diferentes departamentos del British Museum en 1891. No, no está en Internet, lo podéis encontrar en un anexo del libro The British Museum: A History, de David Wilson. Ahí es ná el detalle. 




Poco puedo decir sin empezar a soltar spoilers. 

Entrad sin temor en este demimonde de monstruos donde lo sobrenatural no da tanto miedo como lo humano. Porque después de tanta lucha interna y tanto preguntarse quiénes somos y de dónde venimos, lo que ya sabemos, lo común y mundano, es más insoportable que cualquier extremo. 


Más información sobre la época e inspiraciones de Penny Dreadful: British Library, Romantics & Victorians.