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jueves, 13 de diciembre de 2012

La sangre tira



Mi madre es un pez.
VV. AA.
Editorial Libros del Silencio, Colección Miradas. 2011.
374 páginas. 22 €.
ISBN 9788493853174

Prólogo de Sergi Bellver y Juan Soto Ivars.

(Si lees este prólogo y no tienes ganas de leerte el libro entero, es que no eres humano).




He aquí una caja de bombones.

No te atragantes, raciónatelos, disfruta lentamente.

No te dejes llevar por ideas preconcebidas, este libro tiene mucho más que conflictos generacionales o diferentes formas de ver el mundo que tienen padres e hijos ("Todos mis hijos" de Alberto Olmos, "Amar al padre" de Paula Cifuentes, "La necesidad de ser hijo" de Andrea Jeftanovic, "Soy el hijo de Sue" de Juan Terranova); este libro se extralimita de todas las buenas formas que hay que tener con la familia, llegando a ser testigo de alguna que otra transformación kafkiana ("La niña es normal" de Fernando Cañero, un inquietante "Purgatorio" de Matías Candeira, "Tokio Pigmalión" de Sergio Lifante). Uno de mis preferidos es "True Milk" de Aixa de la Cruz, que hace una inteligente síntesis de la literatura vampírica, y uno puede entender cómo una metamorfosis llega a ser género (o subgénero) literario.

Vale, es cierto, hoy día todo se compara con Kafka; pero estos cuentos se meten en las entrañas de Kafka, se revuelven y salen por el ombligo, se desparrama todo y, al terminar de leer, dejas el suelo perdido.

Y dejamos para el final lo que fue el principio de todo: el amor y la soledad, la soledad y el amor, o todo mezclado, como lo quieras ver. El amor es todas esas cosas que terminan en la palabra "familia", aunque en un sentido no tan bonito como en la película Qué bello es vivir, me temo. Ricardo Menéndez, Mercedes Cebrián, Jon Bilbao y compañía nos abren las puertas de ese lugar oscuro al que el escritor llega después de sudar sus emociones en tinta. Y lo leemos, o mejor dicho, lo sentimos en nuestra piel, y sabemos que hay un antes y un después de leer "Perros" de Manuel Astur (nos tomaríamos un apocalipsis de otra manera), sabemos que encontrar nuestro nombre en algún personaje de estos cuentos nos hará lectores diferentes al resto (mi nombre lo encontré en el cuento de Mariana Enríquez), sabemos que la magia está presente y que Berta Marsé también lo sabe, y no sabíamos quién era José Faroles, hasta que Gabriel Sofer nos sacó de dudas.

Nos quedamos contemplando este retrato de familia de tan diferentes miembros, de diversas edades, siendo el más veterano Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), que para algo escribe el epílogo, y la más joven, Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988).

Y entre generación y generación, encuentro un elemento transversal, que siempre está ahí aunque mucha gente trate de ignorarlo o negarlo con aire de intelectual pesimista: la literatura en lengua española tiene todavía mucho que contar. No se acabó todo con Cervantes. Sigue habiendo escritores que nos sorprenden, y los que continúan llegando. Este libro es muestra de ello.

Aquí les dejo a los treinta y tres autores para que los conozcan. Treinta y tres, una cifra tan mágica como esta lectura, y como algunos de los blogs que he podido encontrarles (se agradecen aportaciones, ya que de algunos autores cuesta encontrar información).


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