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domingo, 30 de diciembre de 2012

Los que despiertan

Y tras el empacho navideño, dejemos a la familia tranquila. A un paso del 2013, toca hacer cuentas e inevitablemente uno acaba pensando en el tiempo. Se me ocurre un libro muy adecuado para esta época.

Los que duermen.


Juan Gómez Bárcena.

Editorial Salto de Página, colección Púrpura 40. 2012.
Rústica, 128 páginas, 14 €.
ISBN 978-84-15065-35-7
Portada: George Brie.

Tiene 27 años y ya le llaman escritor maldito en El Extrarradio, pero esperemos que aguante más que las estrellas de rock. 

Su primera obra recibe ovaciones de los fans y de los críticos, la reseña de Luis Borrás lo dice todo y El Cultural de El Mundo lo coloca entre los mejores libros del año. Poco puedo añadir, así que en esta reseña voy a hacer un poco lo que me dé la gana.


Estaba yo de visita por Madrid, el pasado mes de septiembre, cuando un amigo nos invitó a la presentación de un libro en un lugar llamado Tipos Infames. La cosa prometía. Acababa de volver de vivir un año en el extranjero, necesitaba volver mentalmente, y aquel lugar lleno de gente magnética a la que no puedes dejar de mirar, libros de los que nunca había oído hablar y un ir y venir de copas de vino entre buenos amigos fue una de las muchas inyecciones de alegría que recuerdo de mi regreso a casa.

Lo que no sabía es que esa noche iba a llevarme a casa un libro que ya he releído tres veces y del que no me canso de disfrutar. No es que haya releído un cuento o dos, no, es que todos los cuentos comparten un vínculo tácito que no pasa desapercibido al lector, y acabas releyendo el libro sin proponértelo.

No tenía ni idea de quién era el autor ni me sonaba el nombre de la editorial. Había un cartel con la portada del libro, que ya de por sí atrae a cualquiera con un poco de curiosidad. Cogí un ejemplar, y casi sin hojearlo ya intuía que éste no era un libro cualquiera. Los amantes de los libros notamos estas cosas, el papel vibra. Leí que el autor había estudiado Teoría de la Literatura, Literatura Comparada y acaba de terminar Filosofía e Historia. "Estupendo", pensé, "no soy la única loca". Y es que a los de Humanidades sólo nos queda el consuelo de que nuestras fiestas son mucho mejores que las de ciencias. Lo siento, pero eso es así.

La presentación fue breve y entretenida, como deberían ser todas las presentaciones, y la gente que no había conseguido una silla se arremolinaba alrededor. Faltaba una fogata en medio, para hablar del paso del tiempo y de la memoria, como en esta canción que haría de buena banda sonora sin desentonar con robots ni con aqueos.

Antes he dicho que había una conexión entre los cuentos. Es difícil establecer una sola, a veces coincide una fecha, o el tema de la velocidad del tiempo, lo humano y lo divino, o la alteración de la Historia según quién te la cuenta. Uno de los ejes es la alteridad, lo diferente (verdad/mentira, pasado/futuro, olvido/recuerdo...), y en estos cuentos el tiempo quizás no es lineal sino eterno: todo ha sucedido, está sucediendo y sucederá. Viajamos a través del tiempo, como hace la reina Bandica, desde el mundo clásico de la Ilíada, cuando los dioses habitaban el mundo, hasta conocer a los descendientes de Asimov que se preguntan qué significado tiene su metálica existencia, pasando por unos mercaderes de palabras, escuchando las leyendas del pueblo de los cairos del rey Aktasar o visitando un campo de concentración nazi que muestra un horror en clave de mentira ("Hitler regala una ciudad a los judíos").

Y, entre viajes, nos detenemos en algunas estaciones de paso, para asimilar lo aprendido durante el trayecto. Entramos en un museo en "Los que duermen", donde el guardia vela el sueño de unas momias encontradas en una ciénaga, venidas intactas desde su tiempo al presente. Vivimos diferentes vidas en "Las buenas intenciones", en el que una hija cuenta (¿verdades?, ¿mentiras?, en fin, historias) a su madre, y damos un salto al futuro tras leer "Como si", que no deja indiferente a nadie. 

No me queda sino recomendar que leáis este libro. Porque tiene todos los elementos de un viaje iniciático: preguntas incómodas, el valor de traspasar umbrales desconocidos, acompañantes que te guían en la oscuridad y un destino incierto pero del que sabes que, al alcanzarlo, no volverás a ser el mismo. 

Y también tienes que leerlo porque, a lo mejor, te estoy contando una mentira. O a lo mejor no. Sólo hay una forma de averiguarlo.

jueves, 13 de diciembre de 2012

La sangre tira



Mi madre es un pez.
VV. AA.
Editorial Libros del Silencio, Colección Miradas. 2011.
374 páginas. 22 €.
ISBN 9788493853174

Prólogo de Sergi Bellver y Juan Soto Ivars.

(Si lees este prólogo y no tienes ganas de leerte el libro entero, es que no eres humano).




He aquí una caja de bombones.

No te atragantes, raciónatelos, disfruta lentamente.

No te dejes llevar por ideas preconcebidas, este libro tiene mucho más que conflictos generacionales o diferentes formas de ver el mundo que tienen padres e hijos ("Todos mis hijos" de Alberto Olmos, "Amar al padre" de Paula Cifuentes, "La necesidad de ser hijo" de Andrea Jeftanovic, "Soy el hijo de Sue" de Juan Terranova); este libro se extralimita de todas las buenas formas que hay que tener con la familia, llegando a ser testigo de alguna que otra transformación kafkiana ("La niña es normal" de Fernando Cañero, un inquietante "Purgatorio" de Matías Candeira, "Tokio Pigmalión" de Sergio Lifante). Uno de mis preferidos es "True Milk" de Aixa de la Cruz, que hace una inteligente síntesis de la literatura vampírica, y uno puede entender cómo una metamorfosis llega a ser género (o subgénero) literario.

Vale, es cierto, hoy día todo se compara con Kafka; pero estos cuentos se meten en las entrañas de Kafka, se revuelven y salen por el ombligo, se desparrama todo y, al terminar de leer, dejas el suelo perdido.

Y dejamos para el final lo que fue el principio de todo: el amor y la soledad, la soledad y el amor, o todo mezclado, como lo quieras ver. El amor es todas esas cosas que terminan en la palabra "familia", aunque en un sentido no tan bonito como en la película Qué bello es vivir, me temo. Ricardo Menéndez, Mercedes Cebrián, Jon Bilbao y compañía nos abren las puertas de ese lugar oscuro al que el escritor llega después de sudar sus emociones en tinta. Y lo leemos, o mejor dicho, lo sentimos en nuestra piel, y sabemos que hay un antes y un después de leer "Perros" de Manuel Astur (nos tomaríamos un apocalipsis de otra manera), sabemos que encontrar nuestro nombre en algún personaje de estos cuentos nos hará lectores diferentes al resto (mi nombre lo encontré en el cuento de Mariana Enríquez), sabemos que la magia está presente y que Berta Marsé también lo sabe, y no sabíamos quién era José Faroles, hasta que Gabriel Sofer nos sacó de dudas.

Nos quedamos contemplando este retrato de familia de tan diferentes miembros, de diversas edades, siendo el más veterano Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), que para algo escribe el epílogo, y la más joven, Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988).

Y entre generación y generación, encuentro un elemento transversal, que siempre está ahí aunque mucha gente trate de ignorarlo o negarlo con aire de intelectual pesimista: la literatura en lengua española tiene todavía mucho que contar. No se acabó todo con Cervantes. Sigue habiendo escritores que nos sorprenden, y los que continúan llegando. Este libro es muestra de ello.

Aquí les dejo a los treinta y tres autores para que los conozcan. Treinta y tres, una cifra tan mágica como esta lectura, y como algunos de los blogs que he podido encontrarles (se agradecen aportaciones, ya que de algunos autores cuesta encontrar información).


miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Quijote Interactivo


A veces pienso que me gustaría vivir en una biblioteca gigante, polvorienta, que tenga techos muy altos, donde retumben mis pasos y todo huela a madera vieja. 

Bien, mientras sigo ahorrando para tal proyecto, puedo dar las gracias a mi profesor de Paleografía por descubrirme que puedo leer desde mi casa la primera edición del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha en la página web de la Biblioteca Nacional de España.

Este interesante proyecto es el Quijote Interactivo. Puedes hojear el libro digitalmente, ampliarlo, transcribir la letra si no la terminas de entender, utilizar la herramienta de búsqueda, ponerte música de la época para introducirte más aún en tan bello libro e incluso seguir con un mapa las peripecias de don Alonso Quijano y el bueno de Sancho, aprender sobre la vida cotidiana en el siglo XVII y descubrir las novelas de caballerías en las que seguramente se inspiró Cervantes.

Esta iniciativa, además de ser una estupenda herramienta para profesionales, está pensada para que los amantes de los libros disfruten, y los que no lo sean todavía, no tengan más remedio que convertirse.

¿Qué os parece?



sábado, 8 de diciembre de 2012

Tao Te King


Colección Siete Libros para acercarse a Oriente.

Editorial Debate, 1999.

1. Bhagavad Gita, versión e introducción de Juan Mascaró.
2. Aforismos del yoga, Patanjali (versión de Archie J. Bahm).
3. Dhammapada, Buda (versión de Thomas Cleary).
4. Tao Te King, Lao Tse (versión de la queridísima gran Ursula K. Le Guin).
5. El camino de Chuang Tzu, versión de Thomas Merton.
6. La búsqueda. Los diez toros del zen, versión de Osho.
7. Meditación, Una introducción a la comprensión contemporánea de la meditación, versión de Osho.


Esta magnífica colección es una selección de textos filosóficos orientales que abren las puertas al lento y torpe occidental a esas grandes cuestiones que pueden convertirse en un círculo vicioso de pesimismo: ¿qué sentido tiene todo? ¿Por qué nada me sale bien? ¿Por qué no consigo lo que quiero, o ya no lo quiero cuando lo he conseguido? ¿Por qué me siento incompleto o vacío si he cumplido mis objetivos?

Miren lo que les voy a decir: en mi opinión, Occidente es esa cárcel mental en la que nos encontramos agustito y a salvo, pero si somos un poco valientes y abrimos nuestras fronteras mentales y físicas y culturales, nos daremos cuenta de que nuestro estúpido eurocentrismo es una barrera.

Sáltenla y descubran.

He leído tres de estos libros de la biblioteca de mi hermana mayor, que siempre tiene cosas alucinantes que no encuentro en ninguna tienda. De hecho, esta colección ya no está en el catálogo de Editorial Debate (si me equivoco, por favor, corríjanme y aporten información sobre las ediciones que estén actualmente a la venta), y algunos títulos los pueden encontrar en Debolsillo o en los clásicos de Alianza Editorial. Pero si logran encontrar estas bellas ediciones de 1999, no duden en comprarlas. Tiene el tamaño, peso y formato ideal para disfrutar en cada página.

Consigan al menos uno de ellos, el de Lao Tse. Recomiendo tengan el Tao Te King en la mesita de noche para el resto de sus vidas, junto con el Quijote, la Biblia y Las Mil y una noches

 

Título: Tao Te King. 
Autor: Lao Tse. 
Versión e introducción de Ursula K. Le Guin.
Editorial Debate, 1999. 
143 páginas.
ISBN 84-8306-193-7
Si os atrevéis a leerlo en inglés, lo encontratréis en Shambhala Publications.


La breve introducción de Ursula K. Le Guin es en sí misma un motivo para leer este Libro del camino y comprender por qué la gente lo sigue leyendo 2500 años después de su aparición. Los comentarios a pie de página son ideas personales de Le Guin, que no quiere imponer ni hacer que nadie las lea si no lo desea, y ella misma confiesa que no es una traducción, sino una versión. Una buena amiga traductora me dice respecto a este tema que todo traductor, por técnico y apegado a las normas que sea, está haciendo, al fin y al cabo, su versión. Hay muchas ediciones y traducciones del Tao Te King, así que podéis coger varias y compararlas, y elegid la que más os guste. Yo me quedo con la de Ursula.

Nuestro misterioso autor, conocido como Lao Tse pero del que no se sabe nada, quizás vivió en época de Confucio, y sin embargo no es un Paulo Coelho que venga a convencerte de lo maravilloso que eres como ser humano. En absoluto. Lao Tse habla de las dificultades del camino, de lo confundidos que estamos en lo que se refiere nuestras prioridades, esas que supuestamente nos llevarán a la felicidad. Ja. No sé cómo se ríe uno en chino mandarín, pero seguro que Lao Tse se reiría de vernos, ciegos y torpes. Hasta que descubrimos este libro, que da forma poética a nuestros interrogantes.

Ojo con las traducciones de Internet. Siempre es mejor echar el viaje a la biblioteca. Yo leí esta frase en una versión de Internet:

La riqueza proviene de lo que existe,
pero lo valioso proviene de lo que no existe.

… que en el libro editado por Debate corresponde al capítulo 11, Los usos del no:

Así, el provecho de lo que es se halla en el uso de lo que no es.
Díganme ustedes si no cambia la cosa. Se parece. Pero no es lo mismo. Para que luego digan que la poesía es una tontería y la filología no sirve para nada.

Les dejo un regalo. Esta es una de las muchas joyas que ofrece este libro. Descubridlo por vosotros mismos. A ver si os engancha:

22. Crecer hacia abajo
Rómpete para ser entero.
Retuércete para ser recto.
Vacíate para ser pleno.
Desgástate para renovarte.
Ten poco y gana mucho.
Ten mucho y confúndete.
 Así, las almas sabias se sujetan al uno
y prueban con su medida todas las cosas.
 No mostrándose,
brillan.
No justificándose,
se manifiestan.
No alabándose,
se realizan.
No compitiendo,
no tienen competidor en todo el mundo.
 Se solía decir en los viejos tiempos
aquello de “Rómpete para ser entero”.
¿Estaba equivocado?
Verdaderamente, ser entero
es retornar.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Las malas personas no pueden ser buenos periodistas.





Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. 
Ryszard Kapuściński.
Editorial Anagrama, 2009.

Soy estudiante de Historia. Además, mi gran pasión es contar historias. Para no caer en eso que decía Joyce de que la Historia es esa pesadilla de la que intenta despertarse, tengo que guardar equilibrio entre corazón y cabeza. Ryszard Kapuściński, el gran periodista que estudió Historia, es una de las personas que me inspira. Leo este libro y sé que la gravedad de la situación de mi país y de mi generación no ha de cortarme las alas, sino darme vuelo, luchar y no rendirme ante las dificultades.

Este libro te exprime del cerebro todas las ideas que hemos aprendido sobre cómo se cuentan las historias. Las historias individuales, colectivas o universales, las verdades y las mentiras.

El libro tiene pocas páginas, y tampoco necesita muchas más. Es conciso y dice lo que tiene que decir. Está articulado en tres conversaciones entre el autor y diferentes profesionales de la comunicación. La primera parte se titula, evocando a Herman Neville, Ismael sigue navegando, una embriagadora charla entre Kapuściński y Maria Nadotti. La segunda, Explicar un continente, una entrevista con Andrea Semplici sobre África, ese concepto que tenemos y que choca tan radicalmente con la realidad del continente. La tercera y última parte es un diálogo con John Berger, El relato en un diente de ajo, sobre el sentido de narrar y contar historias.

En este mundo en constante cambio, la responsabilidad de contar una historia y transmitir información de forma ética y digna es algo que todos debemos hacer. No importa que no seas periodista de profesión. Puedes aprender de Kapuściński incluso para explicarle a tus familiares de mayor edad por qué están mintiendo tan descaradamente en el telediario.

La profesión periodística tiene mayores complicaciones. No por tener una carrera de periodismo y un master van a dejarte informar de lo que quieras. Los periodistas trabajan para unos medios, que están al servicio de las agendas de los poderes corporativos dominantes del momento. Esto siempre ha sido así, y la gente lo sabe, porque en la era de Internet hay informaciones imposibles de ocultar. Kapuściński nos ilustra sobre lo que está en la mano del periodista para llevar a cabo su trabajo de la forma más responsable y profesional. Hay riesgos que debe asumir, incluso la salud y a veces la vida.

Por eso los cínicos no sirven para este oficio. Porque si quieres contar la guerra, la pobreza y el hambre que hay en África, no está bien que te refugies en el hotel europeo y no salgas de allí. Mézclate con las gentes del lugar, encuentra un guía que te enseñe cómo vive la gente allí realmente, experimenta. La tesis de Kapuściński se resume en que sólo experimentando podrás contar la verdad de lo que está pasando. 

“Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de la vida”, nos dice Kapuściński, periodista empedernido en contar la historia de los que no tienen voz, los que no tienen historia, los que no tienen lugar en el mundo, porque han sido excluidos durante siglos. Llama la atención sobre la necesidad que los europeos tenemos de entender cómo influimos en el resto del planeta y cómo el resto del planeta (considerablemente más grande y con más población que Europa) influye en nosotros.

“El tema de mi vida son los pobres”.

Este libro es una síntesis genial de historia contemporánea, o quizás postmoderna, de historia social y de nuestra actitud y relación con lo otro, siendo la alteridad una aliada de los humanistas y no un inconveniente. 

También nos encontramos con un tema ético importante para todos: la necesidad de desarrollar y utilizar la empatía: 

“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”. 

El cinismo es una actitud inhumana que aleja al periodista de su oficio.

Y en cuanto a la forma, los dos principales problemas del periodista según Kapuściński son el idioma y cómo contar una historia. Si no se conoce o domina perfectamente el idioma del lugar donde se está informando, se corre el riesgo de perder información o malinterpretarla. Y cada ser humano, cada individuo, tiene su propia visión del mundo, de la historia y de los acontecimientos. La subjetividad propia y ajena es un factor a tener en cuenta a la hora de pensar, redactar y comunicar una historia. “Podemos mentir sin pretenderlo, sólo porque nuestra memoria es limitada, o los recuerdos son erróneos o bien a causa de nuestras emociones”.

Y recuerda que: 

Todo periodista es un historiador. Lo que él hace es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo. Tener una sabiduría y una intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista. El buen y el mal periodismo se diferencian fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido. (…) La historia responde simplemente a la pregunta: ¿por qué?”.

La conversación con Nadotti sienta las bases que el periodista debe interiorizar; una vez logrado eso, pasamos a entender el continente africano y los problemas a los que los periodistas se enfrentan a la hora de informar. ¿Por qué sabemos tan poco sobre África, por qué nos lo cuentan tan mal? Me pregunto qué habría pensado Kapuściński de haber visto este video de africanos cantando para mostrar su solidaridad con los noruegos, que se estarán congelando allá en el norte, pues eso es lo que todo el mundo sabe

En otras palabras: no caigas en los tópicos. Infórmate e informa. 


"La importancia de contar historias, de seguir narrando, aunque ya no tenga sentido, o precisamente cuando no tiene sentido contar historias es cuando más falta hace contarlas". 

El colofón y resumen de las conclusiones se muestran en el diálogo con John Berger, centrándose en la cuestión básica que nos interesa: ¿por qué contamos historias? Porque lo necesitamos. Necesitamos la ficción, la narración, prestar atención a los detalles para entender el mundo en que vivimos. En este proceso, el narrador es un portador que llega algo de un punto a otro. Y lo que más valora Kapuściński es el silencioso entendimiento que hay entre autor y lector.

"¿En qué consiste el acto de narrar? Me parece que es una permanente acción en la retaguardia contra la permanente victoria de la vulgaridad y de la estupidez".

sábado, 24 de noviembre de 2012

Leer aullando

En el camino (Título original: On the road).
Jack Kerouac.
Editorial Anagrama. 
368 páginas. 

ISBN 978-84-339-2014-0 


La leyenda de este libro viene de lejos, de la posguerra norteamericana profunda, del conservadurismo al que se aferraban los veteranos que volvían a casa con el síndrome post-traumático y de sus hijos, que no entendían aquel absurdo sueño americano y aquella obsesión por conseguir una casa en los suburbs (zonas residenciales a las afueras) con valla blanca y jardín. Era la época de la regresión a los valores tradicionales, a lo estable, lo conocido y seguro. Las palabras romanticismo, poesía, sexo o libertad de espíritu estaban prohibidas, o peor, no eran importantes. Entre los hijos de esta generación de gente ordenada y traumatizada, surgen aquellos que formarán la Beat Generation, que darán origen a los hippies y otros movimientos de contracultura. 

Hoy en día está de moda llevar ropa vintage, gafas de pasta y smartphones, ser moderno, (¿postmoderno?), hipster o como ustedes quieran llamarlo. Creo que la gran mayoría de modernillos y hippies de postín no tienen ni idea de que su identidad social y existencial empezó con este libro. Y si lo leyeran, quizás se darían cuenta de que no son una generación, sino una degeneración. Hay modernos que lo han leído y se creen más guays y modernos por ello, exhibiéndolo en su estantería junto a Cortázar, Galeano y Scott Fitzgerald. Para que vean cómo está el patio. Y yo aquí haciendo un blog que seguramente retwittearán hordas de gafapastas. Quizás yo misma sea una gafapasta, (conceptualmente, ya que llevo lentillas). 

Pero no me hagan caso. La literatura es para todos, así que vamos a obviar a los pedantes universales y a centrarnos en esta novela, universal también. 

Esta es la historia de un viaje a los confines. Físicamente, un viaje para conocer las diferentes Américas, y metafóricamente, para conocer a los diferentes Kerouacs. Un joven y confuso escritor es el protagonista, el alter ego de Jack Kerouac (Sal Paradise), acompañado de su amigo Neal Cassady (Dean Moriarty), y de Allen Ginsberg y William Burroughs. 

He de decir que empecé a leerlo con grandes expectativas, y me vi decepcionada al comprobar que los personajes se dedicaban invariablemente a hacer estupideces, nonsenses, para aclararnos. Vaya por Dios, ahora sueno como la abuela de Reagan diciendo esto. Pero, para qué negarlo, es un libro de ninis. Ninis ingeniosos, divertidos y originales, claro que sí. Los muchachos son unos poetas, cada cual buscando su camino a la felicidad o a la perdición o a la autodestrucción, buscándose la vida en un mundo que no les acepta ni les comprende. El resto del mundo gime en silencio, ellos se atreven a gemir hasta que tiemble la tierra. 

En cualquier caso, poco les voy a contar del argumento, porque tienen que leerlo. Léanlo y pongan en duda todo lo que conocen, porque lo que uno siente leyendo On the road es lo que sentimos el primer día de colegio. Les he llamado estúpidos para escudarme. Quizás sea yo la estúpida, la que esté en un error, quizás debería dejar la carrera y los idiomas, mis expectativas de futuro, renunciar a la comodidad de haber nacido en una familia de clase media (aunque actualmente se puede decir que sólo quedan dos clases sociales: los que viven de puta madre y los que estamos jodidos) y echarme la mochila a la espalda. Carretera y manta. Sin duda, aprendería más haciendo autoestop que estudiando un máster o un doctorado. 

Releeré más adelante esta novela. Pero no ha llegado mi momento de disfrutarla en toda su esencia, como espero que vosotros, mis valientes lectores, hagáis. 

Esta novela hay que leerla sin miedo a lo que puedas descubrir de ti mismo. Cada persona hará su lectura y sacará sus conclusiones. Pero, como bien dice Rodrigo Fresán, todos terminamos subrayando el mismo párrafo: 

«La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas».

Y, además, tengo que releerla en inglés:

They danced down the streets like dingledodies, and I shambled after as I've been doing all my life after people who interest me, because the only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn like fabulous yellow roman candles exploding like spiders across the stars and in the middle you see the blue centerlight pop and everybody goes "Awww!" 




Respecto a la película, véanla después de leer el libro. Después, insisto.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El buen lector



Ilustración de Adara Sánchez Anguiano, encontrada en este bello Cuaderno de Vuelo.



Lectores y escritores, qué más da. Somos pájaros, de distinto plumaje, de altos o bajos vuelos, pero al fin y al cabo volamos. 

Este blog nace con la intención de acortar distancias para que los pájaros se acerquen, tener un foro para cualquier amante de la palabra escrita, del olor a libro viejo, o a libro nuevo, que aquí no damos alas a los clasistas; ésos mejor que se queden en tierra. 

No soy nueva en esto. Los que me conocen como Elaine Holmes o Artemisa V. ya sabéis mucho. Los que me acabáis de conocer, es suficiente con que sepáis que estoy en mi salsa. Iré aportando mi pequeña visión del mundo a través de mis lecturas, siempre que pueda con una banda sonora, documento gráfico o toque distintivo, para no aburriros con mera crítica literaria, porque yo no sé hacer eso. Se me da bien amar las palabras y seré feliz si puedo dedicar mi vida a que más personas amen las palabras, ya veis, nada impresionante por lo que cotizar o recibir una pensión o que te hagan caso. 

Os recomendaré lecturas, me hayan gustado o hecho llorar, y a la derecha tenéis una amplia lista de blogs que más o menos tienen que ver con la literatura, el oficio de escribir, la narrativa, la poesía o cualquier cosa a la que prestar atención por el simple hecho de ser bella. Porque somos humanos, y no nos es ajena la belleza, ya sea en el arte, la palabra o la vida misma que vemos reflejada en el papel. 

Bienvenidos, y siéntanse libres de volar con estas páginas.